Como cualquier otro día, Seth fue al bosque a por leña. Una vez allí, le pareció que otra persona se encontraba cerca. Adentrándose algo más en el bosque, encontró a esa persona, que no era otro que Van, el joven famoso en el pueblo por sus extravagantes vestimentas y su atrevida forma de pensar, casi siempre en contra del pensamiento general del pueblo. Seth se le acercó y le espetó:
-Van, ¿qué haces aquí?
-Pienso, simplemente.
-¿Eso es lo que haces durante todo el día?
-Y creo que le dedico menos tiempo del debido...
-¿Y en qué piensas ahora?
-En ella.
-¿Ella? Creo saber a quién te estás refiriendo. Pero ella no te ama, y lo sabes perfectamente, ¿porque aún sabiéndolo te torturas de esta forma? Sinceramente no te entiendo...
-No hace falta que lo hagas, Seth... déjame decirte algo, que bien se que no te convencerá, pero espero que al menos te haga pensar, algo no muy habitual por aquí... yo mismo he llegado a la conclusión de que es mucho más meritorio y más admirable amar sin ser amado que amar siéndolo... el que ama siendo amado sabe que tendrá su recompensa, que conseguirá lo que quiere y que lo tiene todo a favor, pero sin embargo, quien ama sin ser amado aún a sabiendas de no tener ninguna oportunidad, lucha hasta desfallecer para arrancarle al menos una sonrisa, o una palabra amable, ese es su premio, y lo sabe... es mucho más loable entregar tu vida a alguien que no te corresponderá, porque ahí estás demostrando todo el amor que sientes hacia esa persona, porque le entregas todo lo que tienes a cambio de nada, es el más elevado de los gestos que se pueden hacer por una persona, dar la vida sin esperar nada a cambio...
-...Estás loco Van...
-Si, debo estarlo.
Seth se dio la vuelta y se marchó, pretendiendo parecer altivo, pero en su interior la reflexión de Van lo había dejado confundido, ¿serían ciertas sus palabras?
Ensimismado, Van seguía pensando, de cara al atardecer, mientras susurraba:
-¿Quién está más loco, yo, o el mundo? Me temo que nunca lo sabré...