lunes, 21 de noviembre de 2011

Hijo pródigo


Hoy he vuelto a ver a mis fantasmas. He vuelto a encontrarme a esa sombra que es capaz de helar hasta mis pensamientos más profundos.  Cada vez que se produce esta confrontación me juro a mí mismo que no volverá a pasar, que le daré fin, que ésta será la última vez. Pero, al final, acabo siendo incapaz de cumplir la promesa que me hice a mí mismo, parece que es un enemigo casi imposible de vencer.
Hoy volvió a suceder, hoy volví a ser un niño asustadizo, hoy el miedo me hizo su presa y por unos instantes era imposible escapar de sus dominios. El desenlace estaba claro, final estrepitoso, caída desmesurada. Debe ser fácil luchar cuando sabes que la victoria se decantará por ti, ojalá supieras lo duro que es luchar cuando sabes que la derrota es tu única opción, y aún así, entregar hasta el último aliento queriendo evitar lo inevitable.
Me siento como el hijo pródigo de la desesperación, pues no importa cuánto me rebele contra ella, da igual que quiera alejarme para no verla nunca más, todos estos esfuerzos se esfuman como ceniza en el viento, pues tarde o temprano acabo volviendo a sus brazos…