lunes, 14 de abril de 2014

La tormenta

Todo se precipita. En esta aparente calma puedo sentir cómo se aproximan los vientos de tormenta. El cielo comienza a oscurecerse, las nubes cubren el horizonte y la luz se va apagando lentamente. Aún no se ha marchado la paz, mas sé que lo hará pronto. El miedo me domina, pues sé que en cualquier momento estallará la tempestad, y precisamente el no saber cuándo será es lo que más me perturba.

Sigo caminando, intentando no mirar atrás, pretendiendo olvidar que se acerca la catástrofe. Pero, en el fondo, soy incapaz de hacer oídos sordos , soy incapaz de ignorar aquello que me rodea. Miro hacia delante, prometiéndome mirar tan sólo el camino que debo seguir, pero más pronto que tarde miro de reojo al cielo, pues temo demasiado al temporal como para poder abstraerme por completo.

Pasa el tiempo, y me torturo pensando en lo que se aproxima. Esas malditas nubes, a punto de estallar, a punto de dejar caer toda su furia sobre mí, parecen divertirse haciéndome esperar.

No sé el cómo ni el cuándo, y eso me destroza. Fugaces imágenes de aquello que vendrá alimentan mi locura, cada vez temiendo más el final. Desesperado, clamo a los cielos que estalle la tormenta, que acabe mi obsesión, pues sólo entonces podré alcanzar la paz…

Ensimismado, me pregunto: “¿Y si no ocurre nada? ¿Y si las nubes, como han venido, se van?” Quizá me he excedido en mis pensamientos, tal vez mi imaginación me ha jugado una mala pasada.

Yo no sé qué ocurrirá finalmente, sólo queda que el tiempo pase y acabe llegando el desenlace, dulce o cruel. Tan sólo ruego que se dé prisa en llegar…

¡Que el tiempo se apiade de mí!


viernes, 16 de agosto de 2013

Cara al viento

Solitario caminante
Naufraga por las costas de la soledad
Hace tanto que comenzó su camino
Que ya no recuerda hacia dónde va

Quiso abandonar su prisión
Cárcel de violencia, fría ciudad
La libertad es un sueño
Por el que merece la pena luchar

¿Dónde se dejó la ilusión
Esta marchita humanidad?
Vive ahogada en la rutina
Sumida en la espiral
Ya no recuerdan el aroma
De las flores al respirar
Ni vislumbran más que el gris
Que envuelve su realidad

Él quiso ver el mundo
Él quiso echar a volar
Partió hacia el horizonte
Dejando todo, sin mirar atrás

Cada día otras caras, otro lugar
El ayer no existe, el mañana…
¿Quién sabe qué traerá?
Su vida es un paso, y otro más

Plantándole cara al viento
Plantándole cara al viento…

He visto como lloran sus ojos
He visto el dolor en su mirar
Amanece, y siempre sonríe
Es hora de volver a caminar


Cada día otras caras, otro lugar
El ayer no existe, el mañana…
¿Quién sabe qué traerá?
Su vida es un paso, y otro más

Plantándole cara al viento
Plantándole cara al viento…


domingo, 23 de junio de 2013

La maldición


Camino errante, sin rumbo fijo. Llevo tanto tiempo viajando que ya ni siquiera puedo recordar hacia dónde voy. He visto a los siglos ir y venir, he sido testigo de los hechos que han marcado la historia mas, eternamente, he de seguir caminando. No tengo un lugar al que pueda llamar hogar, pues el tiempo ha arrancado de la tierra mi ciudad natal, y el pasar de los siglos la ha convertido en algo totalmente distinto. No, ya no es el lugar donde nací, nada queda de aquello.

No tengo a nadie. Ni amigos, ni familia, ningún amor que me aguarde. Todo lo tuve, hace una eternidad, pero ya no están aquí. El tiempo, implacable, ha arrasado con todo aquello que un día amé. Ese mismo tiempo al que maldigo cada día, pues ha consumido  mi ser, llevándose de mi lado todo aquello que alguna vez quise, pero no ha sido capaz de llevarse mi vida, dejándome abandonado a la deriva en un mundo que ya no es el mío. Ya no quedan sentimientos en mi interior, ¿cómo podría volver a sentir cuando todos mis seres queridos han muerto, han fallecido entre mis brazos?¿Cómo podría volver a tener fe cuando las guerras han devastado mi nación? No, ya no queda calor en mí, y no podría volver a intentar  amar, porque eso significaría tener que ver morir de nuevo a quien quiero. No, mi única opción es seguir caminando.

Ya sólo me queda explorar el mundo, ir de aquí para allá, contemplando lugares, personas y acontecimientos. Seré testigo de toda la historia, hasta que la humanidad se extinga. Aún entonces, yo estaré aquí. Y quizás ese día lloren mis ojos, sabiendo que el mismo tiempo ha muerto y no ha querido llevarme con él, condenando mi existencia a un eterno sufrimiento…una eternidad sin alma, sólo un cascarón vacío que conserva un soplo de vida, rogando a los cielos que se acabe mi maldición.


martes, 12 de marzo de 2013

Mil sueños

Atardecer otoñal
¿Son tus hojas el ocaso?
Sueño iluso que se apaga
Viniendo a morir a mis brazos…

Ahora el verde de la esperanza
Se viste de un gris raído
Y al mirar su reflejo
Puede ver la mirada del vencido

Silencio, ¡cruel silencio!
Me duele más tu presencia
Que mil alfileres en mi cuerpo
Pues jamás pensé que su ausencia
Fuese capaz de matarme por dentro…

Le cantarán los poetas al alba
La inundarán de odas y mil versos
Pero llegará la noche
Y silenciará sus cantos el tiempo
Pues por cada hoja que cae
Ha de morir un sueño
Y mil sueños siento morir
Cuando te alejas en el viento
La luz se apaga, se nubla el cielo
Cuando apenas oigo tu voz, tan lejos…

Mas sé que cuando muere un sueño
Otros a nacer esperan
Y nacerán pronto miles de ellos
Y regresará la primavera…


miércoles, 17 de octubre de 2012

Cerezo

Descansa el cerezo en la ribera
De este río tranquilo y solitario
Y sus flores comienzan a asomar
En esta tarde limpia, de cielo blanco
Promesas de vida en primavera
Mantienen su tronco erguido y alto

Flores con aroma a victoria
Pues pudieron dejar el invierno atrás
Y el frío que amenazaba su regazo
Se marchó con el viento a otro lugar
Y la nieve que palidece sus semblantes
Se convierte tan sólo en un recuerdo fugaz

Cerezo que coronas el paisaje
Cada año te veo vivir
Cada año te veo morir
Viajero del tiempo,
Luchador incansable
Ni siquiera el silencio
Puede enturbiar tu ramaje

Se siente morir en invierno
Y en primavera vuelve a nacer
Sumido en un ciclo eterno
Lleno de esperanza y poder

Sonríe orgulloso el cerezo
Al invierno no vuelve a temer
Pues recuerda unas palabras
Que el Sol le dijo una vez:

“¿Acaso después del invierno no llega la primavera?
¿Acaso después de la muerte no habrá vida?”

domingo, 30 de septiembre de 2012

Nocturno

Duermen las gentes, suenan las teclas. Un piano y su nocturno ambientan esta oscuridad. Y su solo sonar me transporta a tiempos pasados.  Me recuerda momentos, sentimientos, emociones, alegrías y tristezas que ya creía olvidados.

Melodía sutil que evoca imágenes, como puñales de placer, envolviéndome por completo. Tan sólo esta música es capaz de apaciguar el dolor que ella misma ha creado.

El piano me invita a reflexionar, su armonía me asegura la paz de espíritu que normalmente no me asiste. El melancólico sonar me introduce en mis propios pensamientos, dándoles un tono oscuro, cual anochecer. 

Pasado, presente, futuro… todo se mezcla en la mente y vuelan las imágenes, reales o fantásticas. Todo convive aquí: lo que fue, lo que no fue, lo que pudo haber sido, lo que será… todo tan caótico pero, extrañamente, tan bello…

sábado, 30 de junio de 2012

Soldado

Tambor de guerra, con furioso golpear marcas el ritmo de mis latidos. En la melodía que envuelve el aire me pierdo, pensando que tal vez nunca hubo una guerra en la que luchar, que quizá nuestra mente nos jugó una mala pasada. Fiel soldado dispuesto a morir, vuelve a casa, pues la batalla nunca existió. Abandona el asalto a ese corazón, pues sus murallas jamás unos ojos pudieron derribar.

Pobre soldado, que confiabas en la victoria y nunca te diste cuenta que no hubo ocasión alguna de alzar tu bandera sobre terreno enemigo. Tu mayor vergüenza es no haber podido usar tu espada, y vuelvas a casa con la impotencia del que jamás tuvo ni voz ni voto. Tu alma está sedienta, tus ansias rebosan el vaso de la cordura, haciendo de equilibrista sobre el vacío de la rendición. No puedes calmar tu rabia y tu mirada destila melancolía, mirando por la ventana cómo el plácido otoño empieza a cubrir con sus hojas los sueños de primavera.

Te empiezas a hacer a la idea. Aceptas con resignación que jamás podrás penetrar esa defensa de acero. Pero, en el fondo de tu alma, la llama de la fe jamás se consume del todo, y sigues soñando en el día en el que tomes esa fortaleza. Es tu naturaleza, y no puedes evitarlo, así que sólo el tiempo dirá si caerá a tus pies ese tesoro que tanto ansias, o si te hundes en el más mísero de los olvidos…